Sobre Mia
Crea tu obra única
La artista detrás de la magia
MIA, nombre artístico de Monica Roberta Scano, nace en el norte de Italia, pero desde joven siente que su hogar no es un lugar fijo, sino el viaje mismo. A los 22 años deja su país y comienza un camino que la llevará por el mundo, desde el Caribe hasta África, pasando por Asia.
Cada tierra que ha vivido la ha transformado y, inevitablemente, ha dejado huella en sus obras. Sus cuadros son el reflejo de estos fragmentos de vida, de experiencias absorbidas y devueltas a través del color y la materia. El viaje, tanto físico como interior, es uno de los pilares fundamentales de su búsqueda artística: cada lugar recorrido ha dejado una marca en su alma y, por ende, en sus obras.
El arte de MIA es abstracto, pero profundamente concreto en su esencia. No se limita a representar, sino a evocar. Cada obra es un viaje interior, una inmersión en territorios invisibles, un diálogo silencioso entre la artista y el lienzo. Para ella, pintar no es un acto de voluntad, sino un dejarse atravesar por algo más grande. A veces piensa que no es ella quien crea la obra, sino que es la obra misma la que moldea partes de ella. Es una danza entre intuición y materia, entre intención y espontaneidad.
La pintura de MIA es un acto de exploración profunda, una inmersión en lo invisible más que una representación de lo visible. Lo abstracto es su dimensión natural, porque no narra el mundo exterior, sino el interior, compuesto de emociones, intuiciones y conexiones sutiles. Para ella, cada cuadro es un viaje, un diálogo con lo desconocido, un proceso que no se desarrolla de manera racional, sino que sigue su propio curso espontáneo.
Su técnica pictórica está guiada por el instinto y la urgencia expresiva. Trabaja principalmente con acrílico sobre lienzo, pero también experimenta con materiales como madera, arena, piedras, tierra y vidrio.
No diluye los colores, porque quiere que mantengan su fuerza primordial, su presencia tangible. A menudo pinta con las manos, sintiendo la necesidad de un contacto directo con la superficie, como si el lienzo fuera una extensión de su piel.
El color es materia viva y se deja en su pureza original, para que pueda expresar toda su intensidad y energía. El gesto pictórico es visceral, espontáneo.
En sus obras utiliza muy pocas herramientas, rara vez más de dos pinceles, dejando que sea el propio cuerpo el que guíe el gesto creativo.
Sus obras nacen de intuiciones, de percepciones sutiles que emergen desde lo profundo y toman forma sin seguir esquemas predefinidos. Nada está totalmente planeado, porque cada cuadro sigue su curso natural. Sus trabajos esconden capas de significados, detalles ocultos bajo la superficie del color, formas secretas que solo se revelan a quienes están dispuestos a mirar más allá.
Para MIA, el arte no es simplemente una expresión visual, sino un lenguaje secreto que comunica con quien está preparado para percibirlo.
La inspiración de MIA no se limita al mundo visible. La literatura, la filosofía, la poesía y la prosa alimentan su imaginario, pero es sobre todo la ciencia espiritual la que traza las coordenadas de su camino.
Esta última, en particular, representa una guía silenciosa, un hilo conductor que le permite descifrar la realidad y encontrar las explicaciones necesarias para comprender tanto la vida terrenal como la espiritual. Su vínculo con el mundo invisible es una constante: cada pintura está impregnada de una dimensión más profunda, a menudo imperceptible a una mirada superficial.
La relación con lo invisible es una guía silenciosa que le ofrece claves para comprender no solo la realidad material, sino también aquella más sutil e inasible.
Pero su arte no es solo un acto íntimo y personal: es un mensaje, una invitación, una provocación. No busca ofrecer respuestas, sino despertar preguntas. A través de sus obras, MIA quiere empujar al espectador a salir de su zona de confort, a mirarse a sí mismo con nuevos ojos. Porque es en la interioridad, y no en el mundo externo, donde residen las respuestas que buscamos. Demasiado a menudo nos empeñamos en buscarlas afuera, sin darnos cuenta de que el verdadero conocimiento ya está dentro de nosotros, esperando ser redescubierto.
El arte de MIA no es solo un simple ejercicio estético. Es un puente entre diferentes dimensiones, un medio de comunicación, una herramienta para explorar territorios inexplorados de la conciencia y la existencia. Un instrumento a través del cual transmitir un mensaje, independientemente de si es comprendido o no.
Cada cuadro es una invitación, una provocación silenciosa dirigida al espectador para que vaya más allá de los límites de lo conocido. No es un arte tranquilizador, sino un lenguaje que sacude, que desestabiliza, que obliga a cuestionarse.
Es precisamente ahí, en ese territorio a menudo inexplorado, donde se esconde la verdad más profunda. El arte, para ella, no es una simple representación de la realidad, sino un portal hacia lo que está más allá, un umbral que se abre a dimensiones desconocidas, donde lo visible y lo invisible se funden en una única e insondable esencia.
MIA pinta para compartir esta búsqueda, para transformar lo visible en una puerta de acceso a lo invisible, para ofrecer un fragmento de sí misma a quien esté dispuesto a escuchar, no solo con los ojos, sino con el alma.
¿Estáis listos para el viaje?







